Estimado Alcalde: hace poco fue reelecto por la comunidad y parte de su discurso para conseguirlo fue conservar el humedal Paicavi. Sin embargo, nuevamente se está rellenando para construir viviendas de lujo por inmobiliarias que de la noche a la mañana irrumpieron con maquinaria el hogar de flora y fauna nativa, incluso única en el planeta. Además de todos los servicios ecosistémicos que ofrece a la ciudad y usted lo sabe pero al parecer prefiere ignorarlo, dejándolo casi al borde de su desaparición.
Usted puede evitarlo reuniendo al Concejo y dictando una ordenanza municipal que prohíba toda intervención sobre el humedal mientras se modifica el plan regulador catalogándolo como área verde o la categoría necesaria para conservarlo. Incluso, coordinar la compra de esos terrenos, todos en manos privadas de manera sospechosa, para que el Estado asegure la propiedad como bienes nacionales.
Ante la problemática de expansión urbana como catalogan al humedal Paicavi, una alternativa conveniente sería avanzar hacia los cerros que rodean la ciudad donde abundan, en gran parte, plantaciones forestales donde alguna vez hubo bosque nativo, buscando acuerdo con los propietarios para poder construir en esas áreas.
Ojalá pudiera ser ambicioso y recuperar los territorios rellenados pero primero es crítico detener inmediatamente los rellenos.
Es sobrada la contundente e irrefutable información y estudios sobre la riqueza biológica de estos ecosistemas milenarios y los beneficios que aportan al ambiente y a las comunidades que los rodean, provenientes de importantes centros de investigación como el centro EULA, Universidad de Chile, Universidad Católica, entre otros, a lo largo de varios años o incluso décadas como la convención RAMSAR en la década del 70.
Aquí se pueden encontrar mamíferos, reptiles, aves, anfibios, insectos y peces endémicos, únicos en su especie incluso a nivel planetario, varios de estos, particularmente en Chile, en peligro de extinción.
Regulan la temperatura del territorio, absorben CO2 y son más eficientes en su captura, incluso que las selvas tropicales, drenan el exceso de agua producto de lluvias torrenciales mejor que la más sofisticada obra civil, como lo muestran las imágenes de San Pedro de la Paz durante los temporales del 2006, cuya reaparición no se puede descartar, además absorben contaminantes disueltos en el agua pudiendo ser utilizada para fines sanitarios en caso de catástrofe como la ocurrida en 2010.
Concepción ha sido privilegiada en contar con importantes extensiones de estos ecosistemas presentes, incluso dentro del área urbana como es el humedal Paicavi. Sin embargo, desde la fundación de esta ciudad sólo han rellenado humedales y lagunas. Si bien se justifica por la necesidad de desarrollo de la población, esto está llegando a un punto de no retorno ecológico, más aún, casi todos los habitantes de esta ciudad metropolitana - incluyéndome - somos ignorantes del enorme patrimonio natural que posee, que este territorio, los valles de la Mocha y Nonguen, ofrecen mucho más que el Cerro caracol, la reserva Nonguen o Parque Pedro del Río Zañartu, pero eso es lo que nos enseñaron además de etiquetas efímeras como ciudad industrial, estudiantil, de servicios, musical, apodos comerciales que van y vienen o ciudad histórica que sólo en parte está comprobado, pero los humedales, las lagunas, los ríos y mares siguen ahí. Estuvieron ahí antes de nuestra llegada y si no hacemos algo los perderemos para siempre.
Según la OMS, PNUD y la OCDE, esta ciudad sobrepasó su carga ecológica, ha sido declarada zona de saturación PM10, las inundaciones fluviales han sido cada vez más costosas y el cambio climático está afectando con aumento de temperaturas inusuales, incluso siendo verano y con incendios forestales, ante esto, sabe que los humedales como el Paicavi protegen el territorio y a la comunidad de estos fenómenos.
También representan una fuente de agua dulce limpia para uso sanitario en caso de catástrofes como el terremoto de 2010, donde la red de agua potable no funcionó durante varios días. También está dudosa la calidad de las construcciones sobre terrenos de humedales rellenados, ya que está el riesgo de generarse licuefacción donde las viviendas se hunden y desnivelan, producto del paso de corrientes de agua subterránea que socavan el relleno o por sismos, cuyas ondas se amplifican al pasar de un terreno a otro compacto, afectando directamente las construcciones, como también lo muestran imágenes del 27/F/2010.
Están comprobados, científicamente, los beneficios de la presencia de áreas verdes en la calidad de vida de la población, mejora el estado de ánimo y la condición física, lo que aumenta su productividad tanto física como intelectual, mejorando aún más con especies nativas de flora y fauna como las que se pueden encontrar en los humedales, incentivando la actividad ecoturística y con ello, importantes ingresos económicos para la comuna, sobre todo en Concepción, dado el importante flujo de visitantes nacionales y extranjeros provenientes de las actividades de convenciones y congresos que aquí se desarrollan, esto porque el ser humano no está condicionado para adaptarse al pavimento. Sin embargo, se están reduciendo zonas naturales a cambio de algunas plazas ornamentales o restos miserables con fines decorativos de lo que alguna vez fue un gran humedal, como ocurrió en San Pedro del Valle o en el Casino Marina del Sol.
Podría convertirse en un gran parque metropolitano, céntrico, abierto a la comunidad, atrayendo múltiples beneficios tanto sociales, en calidad de vida, económicos y culturales, convirtiendo a esta ciudad en ejemplo mundial de sustentabilidad, así como otras grandes ciudades lo han hecho, como Londres o Nueva York, incentivando otras propuestas más prometedoras como interconectar todos los recursos ecológicos del Gran Concepción Metropolitano, lagunas, humedales, ríos y mar, no sólo para rescatar o recuperar en parte lo que alguna vez fue nuestra hermosa tierra ancestral, sino también para asegurar un futuro próspero en todos los aspectos para Concepción y sus habitantes, un importante eje turístico a nivel nacional y mundial, protegerla ante desastres naturales que sabemos son recurrentes, forjar una verdadera identidad y sentimiento de pertenencia y en definitiva, construir responsablemente un buen lugar para vivir.
