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Para: Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Gabriel Vallejo
Grano de Agua
Estimado Ministro: es hora de poner un grano de agua en pro de la conservación de nuestro hogar.
¿Por qué es importante?
Considero necesario compartir algo que perturba mi existencia desde hace algo más de tres meses. No soy una gran conocedora del tema, ni tampoco una experta en campañas sociales, pero desde mi condición de ser humano común y corriente, esto es lo mejor —y quizá lo único— que puedo hacer.
Es preciso admitir que, a pesar de haber escuchado durante muchos años acerca del cambio climático, el calentamiento global, las sequías, los daños ocasionados por la contaminación, etc., nunca entendí realmente lo que esto significaba, hasta que lo vi con mis propios ojos cuando, en octubre de 2015, viajé a San Basilio de Palenque, hermosa comunidad afrodescendiente, ubicada en el departamento de Bolívar, Colombia. Los nostálgicos labios de este pueblo, tan llenitos de historia y amor por la libertad, me hablaron de algo que inundó mi pecho de tristeza: el 2015 había sido el primer año en toda —léase bien: toda— la historia de Palenque, en el que no había agua en el arroyo, que tiempo atrás, solía reinar imponente a partir de la segunda mitad del año.
Lo que antes había sido para ellos un motivo de dicha absoluta en octubre —mes de fiestas y tambores—, se presentó ante mí como un vacío profundo que se extendía a lo largo de los patios grises de tanta sed. Un hueco seco que daba la sensación de haber sido, en algún lejano escenario, el portador por excelencia del elixir de la vida eterna en un pueblo de ángeles, declarado por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Lo impresionante es que Palenque, siendo un pueblo tan virgen y puro, está sufriendo directamente los estragos de algo que es responsabilidad de todos. De cualquier manera, este es tan sólo un ejemplo —el ejemplo que me tocó ver a mí— entre todos los lugares del planeta que poco a poco van desmejorando su calidad de vida a causa de los deterioros ambientales, que sólo hasta ahora hemos empezado a sentir como nuestros.
Entonces, me senté a diseñar una campaña casera, barata y realmente básica, a la cual llamé muy inocentemente #granodeagua. Esta campaña tiene como objetivo generar ACCIONES SENCILLAS, PERO CONCRETAS, con respecto a los deterioros ambientales del hogar que compartimos todos: la Tierra.
Hay millones de acciones sencillas que pueden implicar cambios significativos. Es más, si usted amaneció inspirado como yo, y tiene el tiempo para buscar en internet, se sorprenderá de todas las cosas que podría hacer para frenar los daños del planeta, incluso desde su propia casa u oficina
¿Qué tal recoger agua en un balde antes de tomar un baño, o comprar una bolsa de material resistente para ir al supermercado, o ir al trabajo en bici una vez al mes, o cambiar el agua caliente por agua fría una vez a la semana, o sembrar un lindo arbolito, o recoger un papelito en la calle una vez al día, o por qué no, hablarle a un niño acerca de la importancia del agua?
En fin, ¿qué acción concreta podría adoptar usted en su rutina?
Mi #granodeagua fue dejar de usar el calentador de la oficina cada vez que moría de frío. Ahora, después de un duro período de sacrificio y resistencia al cambio, uso una linda cobija color berenjena; y a decir verdad, es más efectiva que el calentador.
Aquí viene lo importante: a todo aquel que quiera sumarse a esta iniciativa —personas naturales, jurídicas, empresas, etc.— y poner su granito de agua en esta tierra bella, lo invito a compartir un estado en redes sociales escribiendo en él cuál será su acción concreta, junto con el hashtag #granodeagua.
Hace varios años renuncié a querer cambiar el mundo. Qué egoísta y errado sería eso, ¿no? En cambio, empecé a creer en los procesos internos; su sinceridad los convierte en la forma más bella de mejorar —más no de cambiar— los días, la vida; y sobretodo, los sueños de las personas que nos rodean.
Si logro que 1000 personas implementen en su rutina una —una sola— acción concreta en pro de la conservación del planeta Tierra, queridos amigos, me daré por bien servida. ¿Me ayudan?
¡Gracias!
Es preciso admitir que, a pesar de haber escuchado durante muchos años acerca del cambio climático, el calentamiento global, las sequías, los daños ocasionados por la contaminación, etc., nunca entendí realmente lo que esto significaba, hasta que lo vi con mis propios ojos cuando, en octubre de 2015, viajé a San Basilio de Palenque, hermosa comunidad afrodescendiente, ubicada en el departamento de Bolívar, Colombia. Los nostálgicos labios de este pueblo, tan llenitos de historia y amor por la libertad, me hablaron de algo que inundó mi pecho de tristeza: el 2015 había sido el primer año en toda —léase bien: toda— la historia de Palenque, en el que no había agua en el arroyo, que tiempo atrás, solía reinar imponente a partir de la segunda mitad del año.
Lo que antes había sido para ellos un motivo de dicha absoluta en octubre —mes de fiestas y tambores—, se presentó ante mí como un vacío profundo que se extendía a lo largo de los patios grises de tanta sed. Un hueco seco que daba la sensación de haber sido, en algún lejano escenario, el portador por excelencia del elixir de la vida eterna en un pueblo de ángeles, declarado por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Lo impresionante es que Palenque, siendo un pueblo tan virgen y puro, está sufriendo directamente los estragos de algo que es responsabilidad de todos. De cualquier manera, este es tan sólo un ejemplo —el ejemplo que me tocó ver a mí— entre todos los lugares del planeta que poco a poco van desmejorando su calidad de vida a causa de los deterioros ambientales, que sólo hasta ahora hemos empezado a sentir como nuestros.
Entonces, me senté a diseñar una campaña casera, barata y realmente básica, a la cual llamé muy inocentemente #granodeagua. Esta campaña tiene como objetivo generar ACCIONES SENCILLAS, PERO CONCRETAS, con respecto a los deterioros ambientales del hogar que compartimos todos: la Tierra.
Hay millones de acciones sencillas que pueden implicar cambios significativos. Es más, si usted amaneció inspirado como yo, y tiene el tiempo para buscar en internet, se sorprenderá de todas las cosas que podría hacer para frenar los daños del planeta, incluso desde su propia casa u oficina
¿Qué tal recoger agua en un balde antes de tomar un baño, o comprar una bolsa de material resistente para ir al supermercado, o ir al trabajo en bici una vez al mes, o cambiar el agua caliente por agua fría una vez a la semana, o sembrar un lindo arbolito, o recoger un papelito en la calle una vez al día, o por qué no, hablarle a un niño acerca de la importancia del agua?
En fin, ¿qué acción concreta podría adoptar usted en su rutina?
Mi #granodeagua fue dejar de usar el calentador de la oficina cada vez que moría de frío. Ahora, después de un duro período de sacrificio y resistencia al cambio, uso una linda cobija color berenjena; y a decir verdad, es más efectiva que el calentador.
Aquí viene lo importante: a todo aquel que quiera sumarse a esta iniciativa —personas naturales, jurídicas, empresas, etc.— y poner su granito de agua en esta tierra bella, lo invito a compartir un estado en redes sociales escribiendo en él cuál será su acción concreta, junto con el hashtag #granodeagua.
Hace varios años renuncié a querer cambiar el mundo. Qué egoísta y errado sería eso, ¿no? En cambio, empecé a creer en los procesos internos; su sinceridad los convierte en la forma más bella de mejorar —más no de cambiar— los días, la vida; y sobretodo, los sueños de las personas que nos rodean.
Si logro que 1000 personas implementen en su rutina una —una sola— acción concreta en pro de la conservación del planeta Tierra, queridos amigos, me daré por bien servida. ¿Me ayudan?
¡Gracias!